Hace aproximadamente un mes, estuvimos analizando en un par de notas cómo podría llevarse a cabo la migración de los puestos de trabajo de una empresa a escritorios basados totalmente en software libre. Primero estuvimos estudiando el contexto económico y temporal, es decir, una justificación económica que sustentase la decisión de migrar y, posteriormente, la pautas que podríamos seguir para poner en práctica el proyecto de migración. Lo ideal sería que pudiésemos migrar toda nuestra empresa, bueno, si así lo deseamos y, además, los datos económicos lo apoyan; sin embargo, no en todos los casos sería posible hacerlo y, posiblemente, tengamos que vivir en entornos mixtos.
Otro escenario posible, y tampoco sería muy descabellado, podría ser un entorno en el que se decide aplicar una transición mucho más suave, es decir, ir eliminando aplicaciones propietarias paulatinamente y, una vez se han eliminado en gran parte, proceder a la migración del sistema operativo hacia alguna distribución Linux con entorno de escritorio. Esta opción, sobre todo en entornos que tienen algunas dudas, puede ser la más interesante puesto que no supone un cambio radical y, desde el primer momento, se puede palpar el ahorro y estudiar la evolución y adaptación de los empleados a las nuevas herramienta.
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